domingo, 13 de marzo de 2016

Entrevistas(5)

ENTREVISTAS HISTÓRICAS DE CANTAORES Y GUITARRISTAS

ENTREVISTA A LA NIÑA DE LOS PEINES

 
Josefina Carabias. 'Crónica', 21 de julio de 1935
Pastora Pavón, "La Niña de los Peines" y la mejor "cantaora" de España, está desilusionada del cante y quiere retirarse
La Niña de los Peines
El alboroto que se arma en Madrid cuando canta Pastora
Hasta la calle de Alcalá llegan rumores de que en la Plaza de García Hernández (antes plaza del Rey) se agolpa una muchedumbre imponente, que los guardias pueden a duras penas contener. Y aunque a mí los acontecimientos donde intervienen los guardias me producen siempre un instintivo movimiento hacia atrás, que raras veces contengo, domino por el momento esta prudencia tan saludable y me voy a ver qué es lo que pasa. La calle del barquillo es un río humano, y por la plaza, los caballos de los guardias de Seguridad caracolean de un modo impresionante; los de Asalto, con los fusiles en la mano, parece que van a hacernos polvo de un momento a otro.
- Pero, ¿qué es lo que pasa? -pregunto a un guardacoches que contempla el espectáculo-. ¿Es que está ardiendo el Circo quizá?...
- Casi nada... La Niña... No es más que La Niña, que siempre arma estos alborotos.
 - Pero, ¿qué niña es esa?...
- ¿Qué niña va a ser?... Decir niña, es lo mismo que decir don Niceto... No hace falta más para que todo el mundo sepa de quién se trata... la Niña de los Peines, la Pastora, que está esta noche en el Circo... ¿O es que no ha visto usted los carteles?...
Ahora me lo explico todo. Ahora me explico por qué la multitud se agolpa y por qué los guardias toman sus precauciones, para evitar lo que puedan hacer los centenares de personas que forzosamente se han de quedar sin billete. Para los buenos aficionados al cante, la Niña de los Peines es algo así como Lenin para los comunistas, porque no hay más que ella en el mundo. Y por si esto fuera poco, da la casualidad de que la Niña no se prodiga. Raras, rarísimas veces aparece en los carteles madrileños; y cuando aparece, sólo canta un par de veces, cuando más. Por eso los que de verdad gustamos del cante magnífico de la Pastora, tenemos que conformarnos, casi siempre, con poner un disco al gramófono o con oírlo muy de tarde en tarde por la radio.
Pastora Pavón, la Niña de los Peines, está arreglándose en un cuarto del Circo. Mientras se alisa las negras crenchas, toma vahos de un cacharro de no sé qué cocimiento, porque de repente se ha sentido afónica, y esto la tiene preocupadísima.
- ¿Usted ve qué desgrasia?... haberme quedao casi sin voz..., precisamente esta noche..., ¡qué disjusto!
Como todos hemos oído hablar de la Niña de los Peines a nuestros padres y hasta a nuestros abuelos, y hemos oído también repetir que niña, lo que se dice niña, lo era Pastora allá por los tiempos de la primera guerra carlista, yo suponía que me iba a encontrar con un carcamal, con una mujer arrugadita y viejecita. Pero les aseguro a ustedes que no ha sido así. La Niña de los Peines no es, ciertamente, una niña; pero no es vieja, ni muchísimo menos. Es una mujer gorda y frescota. Ella me ha dicho que tiene cuarenta y cuatro años, y es verdad. Al menos, no aparenta más, y si fuese guapa, probablemente aparentaría menos.
- Lo que pasa -me dice- es que yo empesé con esto der cante a la edad de nueve años... y desde entonces no lo he dejao...
- Y ¿cómo fue empezar tan pequeña?...
- Pues porque pa esto no hacen farta estudios. Es una grasia, ¿sabuté? Y si se tiene esa grasia, pues se nase con ella..., y en cuantito que se sabe hablá o antes, pues se canta. M'acuerdo mu bien der primé día que canté elante gente. Me llevaron a un café que le desían der Brillante, y allí armé un alboroto tan grande, que me hisieron cantaora de repente. En Sevilla, que era donde yo había nasido y donde vivía, me conosía tor mundo na ma que por la hermana de Arturo. Arturo, mi hermanito, era un cantaor de mucha fama. Desde entonse hasta ahora, en treinta y sinco años largos, fíjese si habrán salío cosas de esta garganta.
- Usted, Pastora, de be haber ganao mucho dinero con el cante...
- Mucho, hija; muchísimo. Pero a esta fecha estoy más probe que una rata. He tenío siempre muchísima familia y mucha gente a mi alrededor a quien mantené, y aluego que yo no pueo ve una lástima sin ponerla remedio. Pastora Pavón, la Niña de los peines, no sirve pa guardá una peseta.
- ¿Y cómo fue eso de ponerla el apodo que lleva?
- Po verá usted. No fue cosa mía, sino de la gente de allí de Sevilla. Yo no pensaba llamarme na ma que Pastora, que es mi nombre. Pero en esto que se puso mu de moda un tango que yo cantaba, y que decía así:
Peínate tú con mis peines;
Mis peines son de canela...
Y en esto que la gente me empesó a llamar la niña der tango de los peines, y después la Niña de los Peines; y de tanto y tanto desirlo la gente, ya me empesaron a anunsiar en los carteles como la Niña de los Peines, y con la Niña de los Peines me quedé...
La verdad es que un poco complicada la toilette de esta reina del cante. Un poco de carmín en los labios, unos polvos ordinarios..., un poquito de colorete... Después se atusa una y otra vez el pelo negrísimo, de escoboncillo sobre la nuca. Entre tanto, el cuarto de la Niña de los Peines se va llenando de flamencos: Guerrita, el Americano, el Canalejas, la Niña de Marchena... Llegan también otros, que no son flamencos propiamente dichos, sino que son allegados o flamencos amateurs...
- ¿Qué hay, Pastora?... ¿Cómo va esa ronquera?...
- Ay!... Americano, hijo..., mu malamente... me da er corasón que esta noche voy a tener un disjusto...
Un flamenco que llega alarga a Pastora una pastilla.
- Tómate esto, que no te pesará; tiene un nombre mu raro, pero no lo hay en la botica. Te tomas un par de pastillas, y... ni los jilgueros...
Otro flamenco protesta, indignado:
- ¡Qué pastillas ni que na, hombre!... To eso son porquerías pa estropeá er estómago. Vahos y na más que vahos, de esos de hojas de ocalirto. Te lo digo yo, Pastora, que de eso sé más que nadie.
En general, los flamencos saben más que "naide", no sólo de procedimientos para aclarar la voz de la Niña de los Peines, sino de todo. Por eso da gusto estar entre ellos un ratito, oyendo las más peregrinas teorías, expuestas con gran naturalidad y bastantes licencias prosódicas.
Entre todos estos flamencos hay uno a quien la Niña de los Peines llama Pepe, y que, a poco me fijo, me doy cuenta de que es su marido. El llamado Pepe da vueltas por la habitación, y a veces por los pasillos, dando pruebas de evidente malhumor. Luego me entero de que no es malhumor precisamente lo que tiene Pepe, sino gran preocupación, porque teme que la ronquera defraude a los miles de espectadores que se apiñan en las graderías del Circo.
- Anda, Pastora, anda; date prisa que tienes que ensayar un poco...
- Espera, Pepe; hombre, no te sofoques. ¿No ves que me están hasiendo una interviú?...
En vista de esta razón tan convincente, Pepe (Pinto) se marcha a pasear su impaciencia por los pasillos. Pastora me cuenta que lleva mucho tiempo casada, y que tiene una niña de once años. La niña no canta, pero baila que es una maravilla...
- Pero yo no quiero de ninguna manera que se dedique a artista. Que baile to lo que quiera en casa; ahora, pa sus padres, y el día que se case, pa su marido...
- Pues usted no puede quejarse de su vida de artista...
- Yo no...; pero es mejor la vida de casa. Yo le voy a desí a usted, en secreto, que estoy deseando retirarme der to y vivir tranquila en Sevilla, en mi casita, con mi marío y mi hija... No me puedo quejar del público, pero veo que el cante va por mal camino. A la gente ahora no le gusta más que er cante malo. Ahora el público pide milongas o colombianas..., y eso ni se parese siquiera ar cante...
El Niño Ricardo, que es quien va a acompañar a Pastora a la guitarra, nos ha cortado definitivamente la conversación.
Poco después están en la pista del Circo la Niña de los Peines y el Niño Ricardo. La gente se vuelve loca aplaudiendo. Pastora, con su voz desgarrada y su acento, que nadie lo aventaja en patetismo, comienza a cantar por soleares...
- Vamos a ve, Pastora; vamos a ve... -anima el guitarrista.
Ay... ayyyyy...
A mi puerta has de llamá...,
Y no te he de abrí la puerta...,
¡y me has de sentí llorá!...
Y después de esta letra magnífica (nadie puede decir más en menos palabras), viene otra deliciosamente graciosa, cuando Pastora se arranca por fandanguillos:
Como una cosa difícil
me quieren llevar a los baños,
como una cosa difísil,
 como si el agua del mar
curara los desengaños
que una mujer cruel me da...
 Y después de decir otra porción de cosas que nunca dirá nadie como ella, Pastora Pavón, la reina del cante, desaparece, seguida de el Niño Ricardo, envuelta en un traje verde de raso reluciente.
             "M'acuerdo mu bien der primé día que canté elante gente. Me llevaron a un café que le desían der Brillante, y allí armé un alboroto tan grande, que me hisieron cantaora de repente"
  Manuel Vallejo, La Niña de los Peines y Niño Ricardo  

ENTREVISTA A DON ANTONIO CHACÓN

 
Entrevista Histórica. Antonio Chacón. Cantaor. 1922.Transcripción textual.
Entrevista realizada por el periodista Agustín López Macías, Galerín, publicada el 9 de julio de 1922 en El Liberal de Sevilla. En la charla, que se produjo en una casa de la calle Santa Ana, en la Alameda de Hércules, estaban el guitarrista Amalio Cuenca, el dibujante Lafita, Ramón Montoya y un niño llamado Caracol, reciente ganador del Concurso de Granada.
¿Cómo y cuándo comenzó usted a cantar? preguntamos a don Antonio
No me acuerdo, la verdad. Llevo cantando más de cuarenta años. Empecé en Jerez cuando tenía trece o catorce años. Sólo cantaba entonces soleares y seguiriyas gitanas. A los quince marché por los pueblos, acompañado por el hoy excelente tocador Javier Molina y su hermano que bailaba. Todas esas excursiones se hacían andando.
¿Se ganaba poco?
Lo que querían darnos. Luego fui a Cádiz, y de Cádiz a Sevilla, el mismo año que mataron al Canario en el puente de Triana. Y regresé de nuevo a Jerez. Me asustaba Sevilla, tan grande...

SEIS REALES POR CUATRO COPLAS
El año 86 nos dice Chacón trabajé en Jerez, en un café cantante que tenía un tal Juan Junquera. Me pagó seis reales por cuatro coplas, y me echó a la calle. "No sirves, nene", me dijo. Y seguí de pueblo en pueblo. Cuatro meses después, una hermana de Junquera, llamada Tomasa, me contrató en otro café cantante de Jerez, pagándome cuatro pesetas por función. De esete café pasé a Cádiz, a la feria del Perejil, ganando siete pesetas diarias. Allí cantaba por seguiriyas Enrique Ortega, tío del padre de ese niño Caracolito y el Mellizo.
¿Eran buenos artistas?
Los mejores que había en aquella época. Ya ve usted cómo cantarían, que yo, al verlos en el café cantante, dije a mi tocaor, el maestro Patiño: Yo no canto por seguiriyas. Me da vergüenza. ¿Y entonces, qué quieres cantar, "armamía"?... Tóqueme por malagueñas Y canté por ese cante, que no sabía bien, y me aplaudieron mucho.
Las célebres malagueñas
Desde aquella noche quedé enamorado de las malagueñas, y empecé a quitar y poner de mi cosecha. Tanto gustaban que quedó en el café establecida una competencia entre el Mellizo y yo.
¿Se discutía de cante?
Una cosa horrible. Subíamos al tablao Enrique el Mellizo, que ganaba ochenta pesetas por noche, con su tocador el maestro Tapia, y yo, que ganaba siete pesetas, con el maestro Patiño. Cantaba él una copla de seguiriya y luego yo una malagueña. Las discusiones duraban un rato, y volvía él de nuevo, y otra vez el niño, como a mí me decían.
¿Recuerda usted la malagueña que cantaba entonces?
Como si fuera ahora. Esta era (textual):
Dando en el reloj la una
de aquella campana triste
hasta las dos estoy pensando
el querer que me fingiste
y me dan las tres llorando.
No es de las más bonitas, amigo Chacón.
Pero es mía la letra y la música. Como es de mi propiedad la que hizo tan famosa:
¿A qué niegas el delirio
que tienes por mi persona, que la conoce todo el mundo?.
Y esta otra, mía también:
Rosa, si no te cogí,
fue porque no me dio la gana

CHACÓN EN SEVILLA
¿En Cádiz se ganaría mucho dinero?
Regular. Tenía 16 años y lo engañaban a uno. De Cádiz pasé a Utrera, a un café que tenía el Junquera aquel que me pagó con seis reales y me echó. Entonces me dio sesenta reales. En Utrera reuní unos duros, y me escapé a Sevilla. Me presenté en el Filarmónico. Unos conocidos "me pidieron", y subí al tablado a cantar, quedando contratado.
¿Y el empresario de Utrera?
Se volvió loco. Vino a Sevilla y me echó el guante. Le devolvió a don Andrés González, dueño del Filarmónico, cinco onzas que había yo cobrado, y volvía a Utrera. De aquí pasé al infantil de Cádiz, en un teatro que había en la Puerta Ontamana. Ganaba sesenta reales. A Cádiz vino por mí Silverio, contratándome en sesenta y cinco reales para el café que tenía en Sevilla, en calle Rosario. ¿No lo conoció?
¿Mucho tiempo con Silverio?
Sí. Me dieron coba. Yo creo que enmendaron el contrato, y donde decía un mes pusieron nueve, y canté en Silverio nueve meses seguidos. De Silverio pasé a Málaga, al Café Siete Revueltas, con cinco duros diarios. Esto fue el año 87. Trabajé un mes y volví a Sevilla, al Burrero, al café de la escalerilla, en calle Amor de Dios y Tarifa. A los dos meses, otra vez a Málaga, al café Chinita, ya con ocho duros. Por cierto que cantaba antes en un café que no era cantante, El Universal, donde cobraba catorce duros diarios. Recuerdo que la Prensa de allí me decía "bandido" porque cobraba veintidós duros diarios. ¡Y hoy gana cualquier grillo en un tablado doscientas pesetas, y más!
SE INAUGURA EL BURRERO EN CALLE SIERPES
¿Cuándo fue eso?
El año 88. Antes estuve en el antiguo, y de aquí pasé al nuevo Burrero, a calle Sierpes, la casa que tiene hoy el señor Barrau. Ese año murió Silverio. En el Burrero estuve hasta el año 89, en que entré en quintas, librándome por excedente de cupo.
¿Qué gente había entonces en el Burrero?
¡Uf! Todos los flamencos de aquella época. La Serrana, las Coquineras, la Bizca, el Perote... qué se yo. Tengo mala memoria para retener nombres. Del Burrero pasé a recorrer España entera.
¿Había entonces más afición que ahora?
Naturalmente; pero se gasta ahora tres veces más dinero que antes. En el Burrero se pedían cien cañas y costaban cincuenta reales, que le dejaban, de pronto, al dueño, veinticinco, porque se bebía la mitad. Luego vinieron las botellas de marca, que valían treinta reales, las más caras. ¡Con veinte duros se hacía más fuego...! ¡Eran otros tiempos!
¿Faltó mucho de Sevilla?
Unos cuatro años. Volví en el 93, ya casado, pero todavía no formal. Seguía gastando cuanto ganaba y ayudando a quien podía. ¡Como no tengo hijos...!
Los tubos para fonógrafos y las placas para gramófonos.
¿Se ha dicho que usted ganó un dineral impresionando placas?
Sí, señor. Es cierto; pero no tengo un real. El año 99 hice para una casa de Valencia 11.700 tubos para fonógraba. Me tocaba la guitarra Borrul. Cobré por aquella partida 32.000 duros. Yo tenía que pagar al guitarrero.
¡Bonita cantidad!
Pues antes hice en Sevilla, con un inglés, que luego resultó ser "espía americano", unos quinientos cilindros, a dos duros cada uno. Más tarde le hice al inglés "de marras", en Madrid, mil cilindros, a cinco duros cada uno.
¡Cinco mil duros!
Que cobré en billetes... Y que se gastaron.
¿Y las placas?
Tengo hechas diez placas con el maestro Habichuela, para la casa Odeón. Me pagaron diez mil pesetas. No me gustaron después de impresionarlas. Crea usted que esas placas me quitaron la cabeza, porque corrieron el mundo entero.
¿Y no las hay buenas, es decir, que le agraden?
El año 13 hice diez placas con Ramón Montoya a una casa americana. Me pagaron diez mil reales. Salieron muy bien. Son dos malagueñas y soleares. Quedó la empresa en hacer más y no he recibido aviso.
¿Tendrá usted sus ahorros?
Cuando no canto no como. Yo he vivido muy ligero y muy bien. Vivo bien aún. No me privo de nada. Los míos, igual. Si vienen malos tiempos se tomarán como buenos.
¿Ha estado usted en América?
Sí, señor. En Buenos Aires. Me marché con un amigo por "sport", por conocerlo. Y canté allí un mes en el teatro San Martín. No hubo suerte en la Empresa. Yo digo siempre la verdad. Al regreso, como el que se apea en la estación, estuve varios días en Montevideo, y canté en el teatro18 de julio. Y tuve suerte. 

"EL CANTE JONDO"
¿Usted cree que el "cante jondo" volverá como en la época en que usted empezó?
De ninguna manera. "El "cante jondo" no será nunca número de espectáculo, si no lo apadrinan, como en Granada, artistas eminentes. El cante volverá a quedar reducido a lo que fue. Sí se conseguirá que haya más aficionados a cantarlo, más señoritas que copiando el estilo en los gramófonos canten bien.
¿Entonces usted cree que el señor del cuello suelto, que se "escombra la garganta y arroja el contenido del derribo a las candilejas" se quedará en el camarote de la taberna o del baile esperando a que en una reunión "jaga ruío"...?
Indudablemente.


EL MAYOR CONTRATO
¿Cuál ha sido su mayor contrato?
Fuera de los fonógrafos, este último de Sevilla, que he cobrado dos mil pesetas. De ese dinero tengo que pagar doscientas cada noche a Montoya, gastos de viaje y fonda y comisión al ajuste. ¡No queda mucho, créame!
¿Qué tocador o cantaor estima como el mejor?
No le contesto y perdone. Yo traigo a Montoya porque es el que más se ha identificado con mi voz y con mi persona misma. La guitarra de Montoya soy yo mismo.
¿En Madrid hay mucha afición al cante?
Poca. Se huye del flamenquismo. Se detesta a los flamencos: pero a mí me avisan a casa particulares, a reuniones, a juergas. No me quejo. ¡Se vive, como dicen por allí...!
Chacón se vio entre la espada y la pared ante una pregunta que le hicimos sobre la historia de unos amores allá por los años... mil, y nos dice:
¿Vamonos? Nos aguardan. Hay cosas que no deben hablarse.
¿Y de juergas en Sevilla?
Tampoco. Los juerguistas son los hombres que más temen a la luz. No perdonan nunca que se diga su nombre a nadie. ¿Con quien estuviste de juerga anoche? me han preguntado cien veces. Y siempre he dicho lo mismo: "Con unos de Valencia, si eran de Sevilla; de Sevilla, si eran de Cartagena..."
Termina nuestra charla y bajamos con Chacón, el hombre fino, educado, instruido, porque ha leído y lee mucho nos hablaba de la definición que Estébanez Calderón hace de la caña y del polo del Fillo, para reunirnos a la reunión que formaban los demás amigos.
Allí no se perdió el tiempo. Allí escuchamos el "cante jondo de verdad", acompañado a la guitarra por Montoya y por Cuenca, mientras Lafita hacía uno de los mejores apuntes de su vida.
"El duende de Triana os lo contará"
Entrevista: Galerín.

ENTREVISTA A JAVIER MOLINA


por Juan de la Plata

            Este artículo se publicó en el periódico madrileño "Dígame" el 23 de agosto de 1955, y fue escrito por el aficionado y autor jerezano Juan de la Plata, actual director de la Cátedra de Flamencología de Jerez. Se publicó con tres fotos de Javier, en una de las cuales aparece tocando, con posturas de la guitarra clásica.

JAVIER MOLINA, EL GUITARRISTA DE DON ANTONIO CHACÓN, SIGUE TOCANDO A LOS OCHENTA Y CINCO AÑOS
            Afirma que el cante antiguo era mejor que el moderno y que el flamenco actual está "remendado".
Se puso enfermo cuando le comunicaron la muerte de Ramón Montoya.
Por Juan de la Plata
            De todos los artistas de la guitarra en España, quizá sea Javier Molina el decano de los "tocaores" flamencos en activo, pues, pese a sus ochenta y cinco años de edad, todavía da lecciones y toca una vez que otra para cuatro señores que acostumbran a ir a su casa a escuchar el toque de embrujo del maestro.
Javier Molina representa en el arte guitarresco andaluz tres cuartos de siglo de plena dedicación al más flamenco de los instrumentos. Tres cuartos de siglo de rasgueo constante por los escenarios, cafés cantantes, ventas, patios de cortijos y de casas grandes de España. Porque Javier, que toca flamenco desde los siete años y que en toda su vida no ha hecho otra cosa que pulsar las cuerdas para acompañar un cante flamenco, no sólo ha actuado en escenarios, sino que se ha asomado a todos aquellos lugares donde su gran figura de maestro indiscutible se ha hecho necesaria para ser escuchado con admiración en cuantas fiestas de tronío hayan sido organizadas.
            El fue quien más veces acompañó con su arte al gran don Antonio Chacón, el hombre genial que con su cante supo conquistar un "don" que, en los de su clase y oficio, supone algo más que un simple título honorífico y de dignidad, que se otorga a cualquier persona decente. Hizo sonar la guitarra por "seguiriyas" para que cantara Manuel Torres (el Niño de Jerez), y sus cualidades excepcionales de artista y creador cien por cien lucieron junto a los "cantaores" y "bailaores" más célebres de los últimos tiempos.

PRINCIPIOS ARTÍSTICOS DE JAVIER
            Javier Molina nació en Jerez de la Frontera, en una calle del típico barrio de Santiago que lleva el nombre de la Patrona de la ciudad, Nuestra Señora de la Merced; en Jerez se crió y allí vive todavía, en una casa del barrio de San Pedro, adonde hemos ido a verle para que nos cuente algunas impresiones sobre su vida y su arte.
            El piso de Javier es chiquito, de dos o tres habitaciones, en las que se pueden ver por las paredes cuadros de la Virgen, guitarras, fotos de cuando era el "tocaor"de moda, de cuando era niño, un cuadro de Lagartijo el Grande y un retrato del Señor del Gran Poder. Toda la casa está saturada de ese sabor antiguo que despiden los hogares de los artistas ancianos, ya casi retirados de la vida pública.
            Javier nos ha recibido bien, nos ha hecho sentarnos y ha sacado su vieja y bien cuidada guitarra y se ha puesto a tocar. "Seguiriyas, soleares, alegrías, tientos, farrucas... Todos los toques, grandes y chicos, han cobrado vida por el don y el arte de sus manos ágiles, suaves, de artista maravilloso. Luego, sin dejar a su compañera la guitarra, nos ha hablado de sus principios artísticos. De cuando con ocho años ya tocaba en público, en la Alameda Vieja, entre función y función de un viejo teatrillo de guiñol, del cual era propietario un ciego que tocaba el violín. Allí ganó Javier su primer sueldo: ¡dos pesetas diarias!
            El viejo guitarrista nunca tuvo maestros que le enseñaran. Sólo recibió unas cuantas lecciones de un aficionado, amigo de su hermano, que fue un renombrado "bailaor" y que más tarde formó trío con Javier y Chacón. Entonces eran todavía desconocidos los tres, y fue cuando empezaron a darse a conocer al público actuando en los cafés cantantes, formando parte de lo que entonces se denominaban "conciertos artísticos".

LA ANÉCDOTA DEL DURO
            De aquellas actuaciones es esta anécdota que Javier nos cuenta mientras acaricia las cuerdas de su instrumento.
            "Actuábamos en un colmado de Facinas, un pueblecito del campo de Gibraltar, cuando a la hora de pasar la bandeja llegó un señor muy borracho y nos echó un duro. Figúrese la alegría que nos entró a nosotros. Entonces nadie daba tanto dinero, y aquello suponía para los tres una fortuna. Como se trataba de un "acontecimiento", en seguida le hicimos a tan espléndido espectador una gran fiesta, que duró cerca de una hora. ¡Cuál sería nuestra sorpresa cuando al día siguiente vimos entrar en la posada donde estábamos al borracho de la noche anterior reclamándonos el duro! Alegaba que por estar "algo bebido" no se había fijado muy bien en lo que daba. Como es natural, el duro no se lo devolvimos, y el hombre, después de armar "su jaleíto", se marchó por donde había venido".
            Como hemos empezado por las anécdotas, Javier nos cuenta también lo que le sucedió a cierto "cantaor" de medianas facultades al que le estaba tocando en un escenario.
            "El pobre muchacho llevaba varios días sin dormir a cuenta de los viajes y se quedó dormido en las tablas, con tan mala fortuna que cayó al patio de butacas, donde, chorreando sangre, siguió cantando".

"HE TOCADO A LOS MEJORES Y A LOS PEORES"
El maestro nos dice:
Les he tocado a los mejores y a los peores "cantaores".

¿Quién era el mejor, maestro?
"Cantaores" buenos ha habido muchos.
Pero el mejor...
Don Antonio Chacón. Él era el más completo de cuantos he conocido.

¿Le tocó muchas veces?
Casi siempre que cantaba. Además fue un gran amigo y todo un caballero.

¿A qué otros "cantaores" famosos ha acompañado con la guitarra?
A Tomás el Nitri, Manuel Torres, Niño de Jerez, al Caoba, al "señor" Manuel Molina, a Paco la Luz, al Loco Mateo, el Chato de Jerez, los hermanos Marrurro, La Serna, Cabeza, Frijones y otros muchos, cuyos nombres harían una lista interminable. Entre ellos a Juan Breva, al Canario, Fosforito y al Mescle, que valía un cortijo cantando y era muy gracioso.

¿Quién fue mejor, Chacón o Manuel Torre?
Ya he dicho que don Antonio era el más completo. Sin embargo, Manuel Torres, por "seguiriyas", me gustaba más. Ahora bien, Chacón era un genio por malagueñas. ¡Y aquellos caracoles suyos!...

¿Qué cante es ése?
Un estilo de alegrías que don Antonio Chacón creó y cantó "como los ángeles".

¿Con qué artistas de los de ahora ha actuado?
Con la Niña de los Peines, con la que estuve dos temporadas recorriendo España en unión del Estampío y el Cojo de Málaga; con Lola Flores, en sus primeras salidas en público, cuando tenía dieciséis años y yo le daba lecciones de baile, y con Manolo Caracol, al que acompañé en su debut en Madrid siendo él un niño todavía en el teatro del Centro, de la calle de Atocha, en unión de Ramírez, un "bailaor" muy famoso.

¿Conoció usted a Ramón Montoya?
Nos unía una buena amistad y actuamos muchas veces juntos. Cada vez que le preguntaban quién era mejor de nosotros dos, contestaba que yo. Desde luego mentía, porque él ha sido el mejor tocaor de todos los tiempos. Cuando me enteré de su muerte me impresioné tanto que hubieron de meterme en la cama enfermo.

¿Qué toque es más fácil y cuál el más difícil del flamenco?
El más fácil, las sevillanas; las bulerías es lo más difícil que se toca a la guitarra.
Por favor, opine de los "cantaores" actuales.
Los hay buenos y malos, como en todos los tiempos.

¿El que más le gusta?
Manolo Vallejo. Es el que más sabe y el que mejor canta de los artistas de hoy.

"EL FLAMENCO ESTÁ REMENDADO"
¿Qué me dice del cante que ahora se hace?
Que es un flamenco "remendado". Antes y siempre se ha cantado mucho mejor que ahora.

¿Quién es el mejor guitarrista moderno?
Sin duda alguna, el Niño de Ricardo.

¿Ha enseñado usted a mucha gente?
A bastante. Desde que me retiré, hace seis o siete años, no hago otra cosa que dar clases de guitarra. Antes ya enseñé a una hija de Bombita III y a otra de Morenito de Algeciras; después de dejar los escenarios he enseñado a varios que hoy son profesionales, entre ellos, el Lápiz, Palma y los hermanos Moraíto.
UNOS VERSOS DE JULIÁN PEMARTÍN
            Decae la charla con el viejo guitarrista. Hemos subido a la terraza para que Pereiras tire unas placas. Allí Javier se lamenta de que hayan desaparecido para siempre los antiguos cafés cantantes. Según él, éstos eran como las universidades del cante. Propone que se cree un centro donde se eduque la voz de los que empiezan y se les enseñe el cante bueno para que el flamenco puro no desaparezca.
            Se nos confiesa furibundo "lagartijista" del toreo; nos habla de sus discos impresionados y nos recuerda el homenaje que se le hizo a don Antonio Chacón en Jerez, su tierra natal, en 1933, y en el que Javier tomó parte. En aquel acto intervinieron Pemán, Julián Pemartín y todos los artistas flamencos de Jerez de aquella época.
También hablamos de otra fiesta celebrada tres años antes, con motivo del segundo centenario de la casa Domecq, en la conocida viña El Majuelo, y en la que Julián Pemartín improvisó unos versos que empezaban así:

¿Qué tendrás, noche divina,
que en mi recuerdo te borre?
Tocaba Javier Molina
y cantaba Manuel Torres...
Entrevista: Juan de la Plata


ENTREVISTA A RAMÓN MONTOYA

Esta entrevista viene del periódico "La Nación", de Buenos Aires, Argentina, con fecha de 11 de mayo de 1937. No aparece el nombre del periodista.

EL ARTE POPULAR ANDALUZ
Ramón Montoya recuerda figuras del "cante jondo"
La vida pintoresca del "cantaor" Antonio Chacón

             En las primeras horas de la mañana de ayer llegó a nuestra metrópoli, a bordo del vapor Campana, procedente de Marsella, el celebrado guitarrista español Ramón Montoya, considerado como el intérprete más completo de la música popular andaluza. Viene el artista antes citado para actuar en nuestra capital, contratado por la empresa del teatro Maravillas, en cuyo escenario se presentará esta noche, integrando el espectáculo de arte regional que en el mismo viene ofreciendo el conjunto que encabeza la bailarina Carmen Amaya. Está vinculado Montoya al arte del "cante jondo" por una actuación de más de un cuarto de siglo, en que su destreza de "tocaor" fue hermanada con figuras de tanta significación en la en la expresión flamenca como las Macarronas, la Niña de los Peines y Antonio Chacón. A través de una entrevista que el celebrado guitarrista nos concede en el Maravillas, van desfilando en sus recuerdos todos los "grandes" que hicieron un culto de la canción popular del pueblo andaluz, salpicando la conversación con episodios, pintorescos unos, sentimentales otros, y en los que interviene, frecuentemente, el actor Manolo Vico, vinculado también a la vida artística de Montoya por más de una actuación accidentada por tierras de la Península. El físico de Montoya desmiente por completo la región de la que es oriundo, como no lo confirma tampoco el acento de su palabra. Al verlo, con su rostro encendido, se diría que es un hombre del norte de España, y hablando parece un andaluz perfecto. Pero en las primeras preguntas ya Montoya se explaya y detalla todo cuanto de él se desea saber.

¿De qué región es usted?
Yo soy de Madrid, del mismo barrio del Lavapiés, de esa tontería de barriada que tan bien define a la capital de España. Y por cierto que en algunas oportunidades he tenido que enseñar mis documentos personales para demostrar que yo era madrileño por los cuatro costados.
Yo hube de venir a Buenos Aires, hace más o menos siete años, en que García Malla me propuso que actuara en el teatro Casino, pero el miedo a embarcarme, que para algo soy, además de madrileño, gitano, me hizo renunciar a los tentadores ofrecimientos de entonces. Recuerdo siempre que más de una vez me lo decía Manolo Vico, que ya conocía esta tierra:
"¡No seas tonto, Ramón, vete a América, que te vas a hinchar de ganar dinero!"; Pero confieso que la sola idea de saber que tenía que pasarme tantos días en medio del mar me quitaba todo el interés que podían ofrecer los interesantes contratos ofrecidos.
Montoya se inició tocando en los cafés cantantes de Madrid.

¿Cómo se inició usted en el arte de guitarrista?
En los cafés cantantes de Madrid, muchos de los cuales o la mayor parte de ellos, ya ni siquiera existen. De entonces recuerdo yo con emoción el café de la Marina, donde me inicié, y que estaba situado en la calle Jardines número 21. También me tocó trabajar en el famoso café de Naranjeros, en la plaza de la Cebada; el café del Gato, en la cortada del mismo nombre y cuyas dueñas respondían al pintoresco nombre de las hermanas Higorrotas; el café de la Magdalena, también en la calle de ese nombre, entre las plazas de Antón Martín y del Progreso; el café del Pez, en la calle Ancha de San Bernardo. En el café de la Marina me tocó actuar al lado de las famosas Macarronas, de Malena de Salud, la hija del Ciego, que representa para mí lo más grande en bailes de hombres, interpretados por una mujer, que aparecía en traje de corto con zajones y sombrero calañés, chiquita y con una voz cavernosa que coincidía perfectamente con su arte; Anita Caña artista de gran temperamento; la Mejorana, una de las grandes intérpretes del baile clásico flamenco, y Antonio de Bilbao, que conocieron en Buenos Aires en el teatro San Martín en la compañía de Eulogio Velasco, hace varios años. De Antonio de Bilbao recuerdo, por cierto, la forma original en que se consagró en Madrid. Fue una noche de esas memorables en el café de la Marina. Después de actuar varios artistas, y respondiendo al jaleo de varios amigos, apareció en el tabladillo Antonio y me pidió que yo le acompañara. La impresión que se traducía de su físico y su indumentaria no dejaban adivinar el bailarín inmenso que había en él. Iba metido debajo de una boina que traducía su origen vasco, y al preguntarle qué quería bailar, me dijo que lo haría por alegrías. Lo miré y pensé que eso era en broma y resolví tocar entonces del mismo modo, pero el hombre reaccionó y me dijo convencido de sí mismo:
"¡No, toque usted bien, que yo sé bailar!"
Y en efecto, el hombre sabía lo que hacía, hasta el punto que esa noche acabó con los "bailaores", "tocaores" y con el público, y cómo sería la impresión que produjo, que el dueño del café vino de inmediato a imponerme que debía contratarlo, por cuanto esa facultad estaba reservada al "tocaor" oficial de la casa, que entonces era yo. Le pregunté el precio que quería ganar y me respondió: doce pesetas, que a la sazón era un buen salario, pero que si pidiera cincuenta lo mismo se las hubiéramos dado. Yo ganaba siete pesetas, que también era una paga importante, pero por intervenir fuera del café ganaba yo diariamente más de veinte duros. Lo único que puedo decir de Antonio de Bilbao es que poco tiempo después era él el amo del café de la Marina y que su nombre circuló por toda España en tono consagratorio. No quiero dejar de recordar también a Faíco, interprete magnífico de la farruca y a quien actuando en París el público lo consagró en el paso doble "La Giralda". Triunfaron igualmente allí Ramírez, de Jerez, en farrucas y tangos, y Monijón, primo de Faíco.

¿Y de las "bailaoras", cuales recuerda como las mejores?
Mariquilla, la flamenca, en lo clásico, de la talla de la Macarrona, y Encarnación Hurtado, la Malagueñita.

Considera a Chacón como el intérprete más completo.
Pero en el "cante jondo" - continúa diciendo Montoya - lo más grande que ha dado España es Antonio Chacón, o, mejor dicho, D. Antonio Chacón, porque si a alguien hay que darle el don es a él. Para mí y para muchos, Chacón ha sido el amo de todos los "cantes" flamencos. Y puede decirse, además, de él, que no era solamente un "cantaor", porque lo mismo sabía hablar de pintura y de literatura como de medicina. Y cantando era algo serio. Era capaz de comenzar a cantar a las 8 de la noche y seguir hasta el día siguiente a la misma hora con el mismo entusiasmo y eficacia, y terminaba con todos, como que donde estuviera él nadie podía ponerse a su lado. Durante quince años le acompañé con mi guitarra, esta guitarra que va conmigo desde hace veintisiete años, y que los flamencos llaman "la leona de Montoya". Chacón era lo más grande en el cante gitano por seguidilla y era, a la vez, gran señor y amigo, como que se murió y no dejó una "gorda", después de haber ganado más de dos millones de pesetas, porque todo cuanto rescataba lo empleaba en vivir bien, como un gran señor que era. También fue grande en el "cante" de Levante Manuel Torres, intérprete magnífico de la murciana y la cartagenera, y Manuel Escasena, que contó, además, con la admiración de Antonio Chacón. Escasena tenía una cabeza de forma rara, que le valió fuera comparada a un pepino, y recuerdo que Chacón, al referirse a él me decía: "Vea usted, Montoyita, este "cabeza de pepino" es extraordinario". Y más de una vez el mismo Chacón se encargó de hacer que en alguna juerga de Villa Rosa llegara a manos de Escasena un billete de cien pesetas, fingiendo que otra persona se lo había entregado para él. El pobre bondadoso de Antonio Chacón. De Chacón debo recordar también cuando me presentó en Sevilla en una fiesta, durante las ferias. Había allí reunido lo más grande que el "cante" tenía entonces, y fui yo, ilustre desconocido, para acompañar a Don Antonio. Al presentarme se limitó a decir: "Primero vais a cantar todos vosotros y luego lo haré yo, acompañado por Montoya, y os aseguro que os voy a hacer llorar a todos". Y así fue, en efecto: acabaron todos llorando. Su admiración por mí era tanta que llegó a perdonarme que en una fiesta del Duque de Medinaceli llegara tarde por preferir jugar al billar, y se limitó a decirme: "Montoya, ¿usted es jugador de billar o "tocaor" de guitarra?". En otra oportunidad que volvimos a Sevilla, la admiración de los andaluces llegó a negar mi nacimiento en la capital, y él replicó en tono amable: "¡Haga el favor de decir que usted ha "nacío" en Sevilla!".
En París actuó en la Opera Cómica con la Argentinita
La conversación gira luego sobre sus actuaciones recientes y sobre el plan a desarrollar en el Maravillas, y Montoya nos dice:
He estado actuando en París por espacio de ocho meses, que se han ido prolongando desde hace cinco, en que tenía que venir a Buenos Aires, y no me dejaban. He dado varios recitales de música flamenca en la sala Pleyel, de París, y dos en la Opera Cómica, acompañando a Encarnación López, la Argentinita, que obtuvo un éxito extraordinario. ¡Cómo baila vuestra compatriota! Para mí es la artista más completa que ha conocido España entre las "bailaoras", con el agregado de que hasta cantando con esa voz chiquitina que tiene lo hace en forma primorosa. Es el suyo arte puro, de primera calidad, y que el público de París, como antes el de España, supo valorar en su verdadera expresión. Luego actué en Bruselas, Londres y Suiza, hasta que pude salir en dirección a Marsella y embarcarme para pasar esos días de alta mar, de los que no quiero ni siquiera acordarme para tener valor para la vuelta.
"En mi actuación en Buenos Aires, mi repertorio estará integrado por interpretaciones en la guitarra, en mi "leona" de arte flamenco puramente clásico, como soleares, malagueñas, granadinas, mineras, tarantas, rondeñas, bulerías, tango en mayor y menor, guajiras, farrucas, seguidillas y la rosa, y ejecutaré cada una de ellas con arreglo a los deseos del público, que por espacio de tantos años he pensado conocer por tantas referencias que de él tenía".


ENTREVISTA A MELCHOR DE MARCHENA

 

Cuando la evolución que ha experimentado la guitarra flamenca ha llegado a convertir a este instrumento antiguamente concebido para acompañar, en un solista de concierto, y cuando las estructuras musicales en qué se apoyaba han ido desapareciendo para dejar paso a nuevas aportaciones que la han cambiado en casi su totalidad, Melchor de Marchena situado históricamente entre las dos épocas del toque flamenco, es un ejemplo de guitarrista que, conservando los viejos moldes, no está totalmente identificado con las actuales tendencias. Preferido por los maestros del cante del pasado como Manuel Torre o Pastora Pavón "Niña de los Peines", es el guitarrista más solicitado por los cantaores de hoy en día.

La plaza donde yo he nacido, donde yo me he criado, y había muchos flamencos buenos, y comprábamos en aquella época arrobas de vino. Cogía algún guitarrito, para empezar era con un guitarrito malo. Hoy tengo guitarras muy buenas. Y me gustaban los cantes y los bailes, como hablaban ellas, a su manera, flamencos como gitanos. Hablaban a su manera y a mí me quitaba el sentío. Eso. A las cuatro de la mañana escuchando cantar, esas grandes mujeres, estas gitanas que habitaban a su manera. Pero siempre tenían unas músicas que eso me extrañaba a mí y lo llevaba yo dentro.

El nieto que tengo yo, lo que quiere es que cante. Es muy bonito. Estoy con mi nieto, mi nuera. Éste va a romper tó lo que hay aquí. Y mi hijo que tiene un punto en la boca. Y éste lo va a tirar tó. Voy a tocar la guitarra yo así. Eres un sinvergüenza. Ea, tó, tó, lo ha tirado tó, tó. ¡Ay que gitano más malo! ¡Je, je, je!



Usted, Melchor vive en Madrid y, aunque ha nacido aquí en Marchena, por lo visto le gusta más la forma de vida de Madrid que la de aquí de Marchena, ¿No? Se encuentra Vd. más a gusto allí con su familia.

A mí me gusta mucho Madrid, porque Madrid es mi vida, para ganar dinero. Lo gano. Y Marchena, pues me gusta porque he nacido en Marchena. Y además Marchena para mí, Fernando, Alfonso, mis amigos que nos hemos criado juntos. Cuando yo no era nada me ayudaban todo lo que podían. Ahora los tengo, pero tengo un arte especial, cuyo arte quiero dárselo a ustedes.



¿Melchor, y cómo empezó Vd. a tocar la guitarra aquí en Marchena?

Pues como todo el mundo que nace en un pueblo, sin saber tocar, ni nada. Pero yo tenía una inspiración muy grande, en mi arte. Pues yo creía y creo que yo podía llegar a algo. He llegado, y además de mi arte, todos son mejores que yo, todos son fenómenos. Pero mi arte me lo llevo yo consigo. Voy a ver si en esta grabación que yo voy a hacer con Ustedes., hago un poquito de mi arte bueno. Quiero que salga para que los..., estos muchachos y estos señores catedráticos de cante y de baile. Hacen un sonido distinto para mí que todo el mundo, para mí todos son mejores que yo. Pero lo mío, quiero hacer una cosa, una cosa rara en mi guitarra. Siempre con un güisqui a mi lado, que es lo que me gusta más en el mundo.



¿Tuvo algún maestro aquí cuando Vd. empezó a tocar la guitarra?

No. No tuve maestro. No sé si es malo o bueno. A mí quisieron enseñarme a música y dije que no, que la música la llevaba en sí, que yo no podía ser matemáticamente lo que hacen los violines, ni ná. Yo lo que hago es mío, y mi pureza me la llevo yo.



¿Vd. prefiere a algún cantaor para acompañarle, algún tipo de cantaor?

Pues yo sí. Él que todo lo canta muy bien, a mí me duele horror cantando, me gusta mucho Manolo Caracol, porque es un cantaor de arte, tiene mucho arte, y a mí me gusta mucho. Y cuando canta él, saco cosas en la guitarra que no las sé. También hay otro cantador que me gusta mucho que es Mairena, y canta muy bien.



¿A qué cantaores le ha tocado Vd., a cantaores antiguos, de otra época?

A Manuel Torre, al Gloria, a la Niña los Peines, al Pinto, a la Pompi y a los que son buena gente, que eran, los pobres.



¿Y le gustaba a Vd. acompañar más a estos cantaores que a los que acompaña Vd. ahora?

Sí, el doble más.



¿Por qué?

Porque cantaban lo que a mí me gusta. Cantaban flamenco. Hoy, todo es bueno pero esto de la rumba, es muy bueno, muy bonito, lo veo como si no lo viera. Me gusta el cante por seguiriya, por soleá, cantar por fandango puro, por malagueña, por taranta, taranto, tangos, bulería a golpe. Todos esos cantes me gustan. Los demás son muy bonitos pero... Cuando ganan tanto dinero, será porque vale, pero... A mí me gusta verlo, pero no me entusiasman. Me gustan más los cantes puros buenos.



¿Y dónde acompañaba Vd. a estos cantaores, Manuel Torre?

En las fiestas en Sevilla. Esos cantaores cantaban muy poco en el teatro. Cantaban en fiestas. Yo era muy joven, y me llamaban a todas las fiestas muy grandes.



¿Y cómo era el ambiente de entonces?

Un ambiente muy bueno. Un respeto de un artista a otro muy grande. Se cantaba muy bien. Y allí no se hacía más que beber y cantar puro y tocar puro. Se aprendía mucho de esos señores.



¿Qué pasa, que hoy no se bebe ni se canta puro?

No. Hoy se canta también. Pero que esos señores cantaban antes, esos cantaores de hoy hacen bien. Cantan cantes livianos, cantes para ganar mucho dinero, que ganan mucho dinero. Antiguamente no se ganaba dinero. Hoy cualquiera que cante cualquier cosa, se pone rico. Antiguamente no. Había que cantar muy bien, muy bien, y yo he escuchado a todos esos cantaores.



¿Vd. cree que Melchor de Marchena ha aportado algo a la guitarra flamenca?

Bueno, yo he tocado mucho a muy buenos cantaores, muy delicados. Y han cantado cantes muy raros, y le he acompañado muy bien. Y eso pues vale mucho.



Vd. que ha cogido las dos épocas fuertes de la guitarra, la de hace cuarenta años y la de ahora, ¿Qué diferencia encuentra Vd. entre cómo se tocaba entonces, y cómo se toca hoy?

Antes se tocaba muy bien la guitarra. Había muy buenos guitarristas. Pero hoy también los hay. Y ha evolucionado la guitarra mucho. Ha ganado.



Melchor, Vd. tiene un hijo que es guitarrista también.

Pues sí.



¿Vd. cree que se basa en los toques suyos, o está ya más evolucionado?

Pues mi chiquillo, yo no digo que sea hoy el mejor guitarrista de España, pero tampoco hay quien sea mejor que él. ¡Ejecuta la guitarra con un arte! Y además que toca moderno, también sabe tocar para cantar como yo. Mejor que yo tocando, con más facilidad porque para la guitarra, para él no es nada.



¿Vd. le ha enseñado a él a tocar la guitarra?

Yo le enseñé muy poco. Todo ha salido de él. Cada siglo da Dios una cosa grande, y este siglo le tocó a él.



¿Y cómo ve Vd. los toques de su hijo, y los toques de Vd.?

Pues cuando yo lo escucho tocar, me se quitan las ganas de tocar yo la guitarra. Porque es maravilloso. Hace cosas y además crea. Lo que toca es suyo. Ahora le ha costado mucho trabajo. Estudia mucho la guitarra porque es una carrera muy grande y muy difícil y él ya la tiene concluida

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